Al volante, lo primero entra por los ojos
Diferentes estudios afirman que entre el 80% y el 90% de la información que percibimos cuando conducimos nos llega a través de la vista.
De ahí la importancia de tener una visión lo más "limpia" posible. En ese sentido, resulta de suma trascendencia y esencial que el sistema de iluminación del vehículo nos permita ver lo suficiente sin deslumbrar o encandilar al resto de los conductores.
Si estás por salir a la ruta, controlá la altura de los faros, luces de posición, intermitentes y frenos.
Si el reglaje es alto, se corre el riesgo de encandilar al que viene de frente, con la consiguiente posibilidad de colisionar.
En cambio si los faros están reguados bajo, se produce una falta de visibilidad que se acentúa en la frenada e inccrementa la fatiga visual.
Si las ópticas están sucias se reduce la distancia de alumbrado y aquella desde la cual es visto. Una simple capa de polvo puede disminuir la eficacia en un 10%. Por eso, mantené limpios los cristales para permitir una buena visibilidad y evitar reflejos y deslumbramientos.
Es conveniente verificar la intensidad de las luces y reemplazar la lámpara si ésta fuera deficiente. Si una de ellas dejara de funcionar, se deberían cambiar ambas, ya que el reemplazo de una sola tendría como resultado una iluminación despareja.
Siguiendo con que la mayor parte de la información que reciben los conductores es a través de los ojos, el riego de sufrir un siniestro vial por tener vidrios polarizados se incrementa en un 30%.
Mientras la cantidad de colisiones sobre el lateral derecho que se producen con vidrio polarizado es de 60%, sobre el izquierdo es de 53%.